Sucedió en un día festivo en la localidad madrileña de Fuenlabrada. Era el tercer y ultimo toro del encierro de esta localidad. Los miembros de las peñas taurinas no dejaron que el toro siguiera su recorrido, para ello estuvieron mareando al animal de un lado para otro. Después de permanecer el animal más de dos horas por el recorrido los pastores proporcionaron descargas eléctricas al animal para que corriera el recorrido, así una y otra vez, hasta que el animal no lo soportara más y finalmente cayera muerto en pleno recorrido.
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